Los afortunados ganadores que resultaron premiados por la lotería hasta la fecha del 31 de diciembre de 2012 se añadían de la alegría de que el importe obtenido estaba exento de tributar en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
De esta forma, se recibía el 100% del premio tras el sorteo, sin mordida alguna de la Hacienda Pública. Como es lógico, si el importe del premio era muy considerable, podía dar lugar a la obligación de declarar por el Impuesto sobre el Patrimonio; o si producía intereses, éstos sí tributaban en el ejercicio correspondiente.
El único requisito era que se tratase de premios de las loterías y apuestas organizadas por la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado y por los órganos o entidades de las Comunidades Autónomas, así como de los sorteos organizados por la Cruz Roja Española y de las modalidades de juegos autorizadas a la Organización Nacional de Ciegos Españoles.
También estaban exentos los premios de loterías, apuestas y sorteos organizados por organismos públicos o entidades que ejerzan actividades de carácter social o asistencial sin ánimo de lucro establecidos en otros Estados miembros de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo.
Desde el 1 de enero de 2013, en cambio, merced al gravamen especial sobre premios de loterías y apuestas, se suprime la citada exención para premios de cuantía superior a 2.500 euros.
Así, los primeros 2.500 euros estarán exentos de impuesto, pero el importe que supere esa cifra tributará al 20%.
Si el premio fuese compartido entre varias personas, el límite de 2.500 euros se prorrateará en proporción a la participación de cada beneficiario.
No debemos preocuparnos, eso sí, del pago de la mordida, pues en el momento en que se nos haga efectiva la entrega del premio, el 20% en cuestión nos será debidamente retenido y descontado por el pagador.
Joan Utrilla 